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Nadie puede estar seguro de que su puesto de trabajo sea para siempre. Es más, si para nuestros padres o abuelos permanecer estable en un puesto de trabajo en la misma empresa durante toda su trayectoria profesional era un valor, hoy esto no es tan habitual y hasta es pernicioso.
Me diréis ¿Qué tiene de malo permanecer estable en un puesto de trabajo en la misma empresa durante toda tu trayectoria profesional? Nada, lo que ocurre es que ha habido un cambio de paradigma. En muchos procesos de selección se busca a profesionales que hayan sido capaces de adaptarse a dos o más empresas (no muchas más) y a ambientes distintos, para asegurar su adaptabilidad a la nueva empresa.
Y lo cierto es que todos podemos llegar a pensar que sin “nuestro” puesto de trabajo la empresa lo notará y hasta ello le causará algún perjuicio. Nada más lejos de la realidad. Se prescinde de todo tipo de profesionales y son substituidos (o no) por otros. Por ello, debemos desterrar la idea de que sin nosotros la empresa se verá “en aprietos”. Y podemos ser despedidos en cualquier momento, sin duda. Entonces nos planteamos: No sé qué hacer. ¿Cómo consigo un nuevo trabajo?
La manera de pensar en positivo acerca de este hecho es que cuanto más técnico sea nuestro trabajo, más prescindibles somos. Y si creemos que somos “tan buenos técnicos”, lo que conseguiremos con un cambio de trabajo es seguir en un puesto técnico en otra empresa. O sea, más de lo mismo. La idea es atesorar experiencia en cada empresa en la que estamos y adquirir competencias, pues en un futuro puesto de trabajo tras el inicial, ya nos pedirán competencias demostrables, por pequeñas que sean. Es decir, que sean traducidas en logros. Y los conocimientos dejan de ser importantes, pues lo técnico (es decir, los conocimientos) son fácilmente substituibles.
Por todo ello, incluso si estamos trabajando estables, es seguro que en algún momento tengamos un cambio (voluntario o forzado). Es bueno detenerse y hacer un inventario de las áreas de conocimiento que tenemos y de los logros demostrables que hemos conseguido a lo largo de nuestra trayectoria.
Estos logros deben estar interiorizados, de modo que en el momento en que surja una entrevista (que seguro que alguna habrá) sepamos defender nuestra candidatura de forma solvente y sin hacer el ridículo como muchas veces han hecho los candidatos a los que he tenido ocasión de entrevistar. Muchas veces son respuestas llenas de vaguedades, ideas poco hilvanadas y con un discurso errático. Y no hay que olvidar que todo el proceso de cambio profesional finaliza con una entrevista que hay que “bordar”.
Y de nuevo aquí el trabajo del Consultor de carreras profesionales es garantía de éxito, pues los puntos antes comentados se trabajan uno a uno y se saben defender en una entrevista. El consultor de carreras ayuda a que las respuestas sean fluidas, elaboradas y ensaya las preguntas clásicas de manera que las respuestas sean convincentes. Siempre asesora en beneficio del cliente. Este es nuestro mayor éxito y felicidad.